La Historia del Sujetador: De Prenda Funcional a Icono de la Moda Sostenible
Exploramos la fascinante historia del sujetador, desde sus orígenes en la antigüedad hasta su papel en la revolución de la moda sostenible. Descubre cómo esta prenda íntima ha reflejado y moldeado tendencias culturales y sociales a través de los siglos.
El sujetador, más que una simple prenda, es un símbolo de la evolución cultural, social y tecnológica a lo largo de los siglos. Desde sus humildes comienzos hasta su papel actual en la moda sostenible, el sujetador ha reflejado cambios en la estética, la funcionalidad y la conciencia ecológica.
INDICE
Orígenes y Evolución Histórica (Antecedentes)
Raíces Históricas del Sujetador en la India Antigua
En la India, la historia del sujetador se entrelaza con la rica tapestria cultural y artística del país. Aunque muchas esculturas antiguas muestran figuras femeninas sin blusa, existen evidencias de que las mujeres indias usaban prendas similares a los sostenes desde tiempos remotos. La primera mención histórica de sostenes en la India data del reinado del rey Harsha Vardhana en el siglo I d.C.
Durante el imperio de Vijayanagara, las brasas y blusas cosidas se convirtieron en elementos de moda esenciales, con una proliferación de sastres especializados en su confección y ajuste. El «kanchuka», un corpiño ajustado de media manga, se menciona con frecuencia en la literatura de la época, como en el Basavapurana (1237 d.C.), destacando su uso incluso entre las niñas. Esta referencia histórica no solo subraya la antigüedad del concepto del sujetador en la India, sino también su evolución y significado cultural a lo largo de los siglos.
La Antigua Grecia: Cuna de la Ropa Interior Funcional y Estética
En la antigua Grecia, el concepto de ropa interior diseñada para soportar los senos se remonta a miles de años atrás. Las pinturas murales de Creta, corazón de la civilización minoica, revelan imágenes de mujeres practicando deportes en prendas que recuerdan a los bikinis modernos. Un ejemplo icónico es la figura de la Diosa Serpiente, mostrando un estilo de vestimenta que realza y expone los senos, similar a los corsés ajustados con cordones de épocas posteriores. Este tipo de prenda no solo ofrecía soporte, sino que también enfatizaba los senos, un símbolo de fertilidad y procreación en la cultura micénica.
En la Grecia clásica, las representaciones de mujeres a menudo incluyen prendas diáfanas o un seno expuesto. Utilizaban el «apodesmos», una banda de lana o lino que envolvía los senos y se ataba en la espalda, y el «strophion», una banda o cinturón que se usaba sobre o debajo de los senos para acentuarlos. Estas prendas no solo tenían un propósito funcional, sino que también llevaban connotaciones estéticas y eróticas, especialmente en relación con la diosa Afrodita y su faja encantada, el «kestós», que se creía aumentaba el atractivo de quien lo llevaba.
El peplo y el quitón, prendas básicas de la vestimenta clásica griega, evolucionaron con el tiempo, convirtiéndose en elementos comunes de la ropa interior tanto para hombres como para mujeres. En Esparta, por ejemplo, era común que las mujeres llevaran el quitón abierto en un lado, lo que refleja una actitud más liberal hacia la exposición del cuerpo y la funcionalidad de la ropa. Estos elementos de la vestimenta griega antigua no solo muestran la evolución del diseño de la ropa interior, sino también la interacción entre la moda, la funcionalidad y los valores culturales de la época.
La Influencia Romana en la Evolución del Sujetador
En la antigua Roma, la adaptación del «apodesme» griego tomó la forma del «strophium» o «mamillare», una prenda diseñada para contener los senos. La cultura romana, que a menudo veía los senos grandes como poco atractivos o cómicos, adoptó el uso de bandas para el pecho, conocidas como «fascia», especialmente entre las niñas jóvenes. Se creía que el uso de estas bandas desde una edad temprana ayudaría a prevenir el desarrollo de senos grandes y caídos.
El mosaico de las «chicas bikini» de la Villa Romana del Casale, datado en el siglo IV d.C., es un testimonio fascinante de la ropa interior romana. Muestra a mujeres realizando actividades físicas mientras usan prendas que recuerdan a los sostenes modernos sin tirantes y calzoncillos. Esta imagen, junto con otras representaciones en pinturas murales de Pompeya, conservadas milagrosamente por la erupción del Vesubio en el 79 d.C., ofrece una visión única de las primeras iteraciones del sujetador.
En las pinturas romanas, especialmente aquellas con un tono más explícitamente sexual, a menudo se observa que los pechos están cubiertos por el «strophium». El contexto de estas pinturas sugiere que las mujeres representadas podrían ser prostitutas, indicando que el «strophium» no solo tenía un propósito funcional sino que también jugaba un papel en la presentación y percepción de la sexualidad femenina. Estos hallazgos arqueológicos y artísticos brindan una perspectiva valiosa sobre cómo las prendas íntimas han sido utilizadas a lo largo de la historia no solo para soporte y comodidad, sino también como un reflejo de las normas culturales y sociales de la época.
El Dudou: Elegancia y Funcionalidad en la Ropa Interior Asiática
En el vasto panorama de la historia de la ropa interior, Asia ofrece su propia contribución única con el «dudou» en China. Este corpiño de seda, que se traduce como «cubierta del vientre», se convirtió en una prenda de moda entre las mujeres de la alta sociedad durante la dinastía Ming, entre los siglos XIV y XVII.
El «dudou» se caracterizaba por su diseño suelto, atado a la cintura y enrollado alrededor del cuello, combinando elegancia y funcionalidad. Esta prenda no solo se mantuvo popular durante la subsiguiente dinastía Qing, que abarcó desde el siglo XVII hasta el siglo XX, sino que también influyó en la cultura de la vestimenta en otras regiones asiáticas. En Vietnam, por ejemplo, el «dudou» fue adoptado y conocido como «yem».
Su persistencia a lo largo de los siglos y en diversas culturas subraya su importancia no solo como una prenda de vestir, sino también como un elemento de la identidad cultural y estética asiática. El «dudou» y el «yem» representan un aspecto fascinante de la historia del sujetador, destacando cómo diferentes culturas han abordado la necesidad de soporte y comodidad para el pecho. Estas prendas, con su diseño distintivo y su uso de materiales como la seda, reflejan un enfoque en la belleza y la funcionalidad que es emblemático de la ropa interior a través de las culturas y las épocas.
La Evolución del Soporte para el Pecho en la Edad Media Europea
Durante la Edad Media en Europa, la práctica de restringir o sostener los senos no era común, y cuando se hacía, probablemente se utilizaba algo similar a una banda de tela. Una referencia notable es un edicto de Estrasburgo del Sacro Imperio Romano en 1370, que prohibía a las mujeres sostener sus bustos con blusas ajustadas o vestidos. Sin embargo, un hallazgo arqueológico de entre 1390 y 1485 desafía esta noción, revelando sostenes decorados con encajes entre los textiles encontrados en un castillo austríaco, indicando que el soporte para el pecho era una práctica conocida.
En esta época, la moda generalmente minimizaba los pechos con vestidos de corpiños rectos, faldas amplias y escotes altos, enfocándose más en la funcionalidad que en la forma. Sin embargo, hacia finales de la Edad Media, los vestidos comenzaron a ajustarse más al cuerpo, proporcionando soporte para los senos. Las representaciones artísticas de mujeres de los siglos XIV y XV muestran una silueta alta y redondeada de los senos, tanto en mujeres jóvenes como mayores, con una variedad de tamaños de senos.
El ideal de belleza del siglo XV favorecía un pecho pequeño y una figura amplia, simbolizando fertilidad y abundancia. Con el Renacimiento, el escote se convirtió en una moda destacada, especialmente entre las mujeres de clase alta que no amamantaban, ya que se consideraba que la lactancia afectaba negativamente la forma ideal del cuerpo. Los bebés eran amamantados por nodrizas, y el corsé comenzó a ganar popularidad a mediados del siglo XV entre las clases más acomodadas.
Catherine de Medici, esposa del rey Enrique II de Francia, ha sido erróneamente culpada por la popularización del corsé. Se rumorea que prohibió las cinturas anchas en la corte en la década de 1550, lo que sugiere que impulsó el uso de corsés de acero. Es importante destacar que las restricciones impuestas a la figura femenina no fueron universales.
El corsé, que limitaba la capacidad de trabajar, no era práctico para las mujeres trabajadoras, quienes optaban por prendas más funcionales. El soporte para los senos a menudo se lograba con una simple atadura debajo de la línea del seno, integrada en el corpiño del vestido. Esta diversidad en la ropa interior femenina refleja las variadas necesidades y estatus sociales de las mujeres en la Edad Media.
La Transformación del Corsé en el Renacimiento
El Renacimiento marcó un cambio significativo en la moda y la ropa interior femenina, especialmente en lo que respecta al diseño y uso del corsé. Los primeros corsés del siglo XVI eran estructuras relativamente simples, hechas de lino endurecido con pasta y equipados con un busk primitivo en la parte frontal.
Con el tiempo, estos corsés evolucionaron para incluir soportes de hierro en los laterales y en la parte posterior, reflejando un cambio en el enfoque hacia la forma y la estética del cuerpo femenino. Durante este período, el énfasis estaba en crear un torso plano y elevado, lo que resultaba en la compresión de los senos y su empuje hacia arriba y hacia afuera, a menudo hasta el punto de casi desbordarse.
Esta moda llevó a que una parte considerable del seno quedara expuesta, estableciendo un ideal de belleza que enfatizaba un pecho prominente y un torso estrecho. En contraste, las mujeres de la clase trabajadora tendían a usar corsés más simples con un encaje frontal. La Revolución Francesa y las Guerras Napoleónicas trajeron consigo un rechazo a cualquier prenda asociada con la aristocracia, incluidos los corsés con escotes visibles.
Durante este tiempo, los senos a menudo se sujetaban con una corbata debajo del busto, y las prendas de soporte para el busto variaban desde estacas blandas hasta artículos con envoltura frontal, similares a los sostenes deportivos modernos. Sin embargo, en 1814, con el regreso de la corte, el corsé también hizo su reaparición, reafirmando su lugar como un elemento esencial en la moda femenina y la silueta deseada.
Este período del Renacimiento y los años subsiguientes ilustran cómo la moda y la ropa interior femenina no solo reflejaban las tendencias estéticas de la época, sino también cómo estaban influenciadas por los cambios sociales y políticos. El corsé, en particular, se convirtió en un símbolo de estatus y clase, así como en un reflejo de los ideales de belleza de la época.
La Elegancia del Imperio Francés y la Evolución del Soporte Pectoral
La moda del Imperio Francés, que tuvo sus orígenes en el período del Directorio, fue en gran medida popularizada por figuras como Josefina de Beauharnais. Inspirada en la estética greco-romana, que evocaba connotaciones de excelencia artística y libertad política, esta moda se caracterizó por un rechazo a los corsés restrictivos en favor de túnicas transparentes y sin mangas. Esta tendencia marcó un retorno a la silueta clásica, enfatizando la naturalidad y la gracia.
En Gran Bretaña, este período fue conocido como la Regencia, y las mujeres de moda seguían de cerca publicaciones como «Le Journal des Dames et a la Mode«, considerada la versión de «Vogue» de la época. Estas revistas eran una ventana a las tendencias de moda y un medio para imitar el estilo de Josefina, quien se había convertido en un ícono de la moda.
Durante esta era, el soporte pectoral más popular era un tipo de corsé con una estructura más ligera. A diferencia de los diseños anteriores, estos corsés permitían mayor movilidad y comodidad, al tiempo que proporcionaban un soporte sutil. Este cambio reflejaba un enfoque en la elegancia y la comodidad, alejándose de la rigidez y la restricción de los corsés del pasado.
La moda del Imperio Francés y la Regencia británica ilustran un momento clave en la historia de la ropa interior femenina, donde la funcionalidad y la comodidad comenzaron a ser tan valoradas como la estética. Este período marcó un punto de inflexión en la percepción de la moda y el soporte pectoral, sentando las bases para las tendencias futuras que continuarían evolucionando hacia estilos más naturales y cómodos.
Contrastes y Paradojas en la Moda Victoriana
La era victoriana en Gran Bretaña es conocida por sus estrictas normas de moralidad y decoro, pero paradójicamente, la moda femenina de la época estaba diseñada para acentuar tanto los senos como las caderas, mediante el uso de corsés que estrechaban la cintura. Este contraste entre la moralidad y la estética es un aspecto fascinante de la moda victoriana.
Las mujeres de esta era llevaban múltiples capas de ropa, comenzando con una camisa con escote ajustable, seguida de ropa interior, un corsé y su funda, varias capas de faldas incluyendo la falda de aro y la falda sobre falda, y finalmente el vestido. Esta acumulación de capas no solo reflejaba las normas sociales y la moda de la época, sino que también tenía un impacto significativo en la movilidad y la comodidad de las mujeres.
A pesar de la tendencia a enfatizar ciertas características físicas, las expectativas sociales dictaban que incluso los vestidos de noche con el corte más bajo no debían exponer más de tres dedos por debajo de las clavículas. Esta regla subraya la tensión entre la moda y la modestia que definía la era victoriana.
La moda de esta época, especialmente en lo que respecta al corsé, es un ejemplo de cómo las prendas de vestir pueden ser utilizadas para moldear y controlar la figura femenina de acuerdo con los ideales estéticos y morales de la sociedad. La era victoriana es un período clave en la historia de la moda y la ropa interior, destacando la compleja relación entre la apariencia, la moralidad y el rol de la mujer en la sociedad.
Cambios y Adaptaciones en la Moda de la Era Eduardiana
La era eduardiana en Gran Bretaña fue un período de transición significativa en la moda y la ropa interior femenina, marcado por un aumento en la participación de las mujeres en actividades físicas. Esta tendencia llevó a una evolución en el diseño y uso del corsé, que comenzó a parecerse más a una faja, desplazándose hacia abajo en el cuerpo y acompañado por una prenda superior separada conocida como «parte superior del busto» o «BB».
Para aquellas mujeres que optaban por trajes de una sola pieza, conocidos como «unions«, estos se dividieron en dos prendas distintas: la camisola y la ropa interior. Estas prendas no estaban diseñadas para proporcionar soporte, sino más bien para ofrecer cobertura.
En cuanto a la moda, el vestido de las mujeres de la era eduardiana enfatizaba una silueta en forma de «S», con un estómago estirado que resaltaba tanto la parte posterior como el busto. A finales del siglo XIX y principios del XX, todavía era común mostrar parte del seno, especialmente en la vestimenta de noche, donde «¡la marca alta de la modestia podía bajar después de la puesta del sol unos seis centímetros!«
A pesar de estos cambios, los corsés continuaron siendo la principal forma de soporte para el busto durante esta época. Sin embargo, la guerra y sus consecuencias en el estilo de vida y la disponibilidad de materiales comenzaron a cuestionar el futuro del corsé. Este período de la historia de la moda refleja cómo los cambios sociales y culturales pueden influir significativamente en la ropa interior y la vestimenta femenina, adaptándose a las nuevas necesidades y estilos de vida de las mujeres.
El Movimiento de Reforma de la Ropa y la Emancipación del Corsé
La transición del corsé al sujetador fue influenciada significativamente por dos movimientos paralelos: la preocupación de los profesionales de la salud sobre los efectos perjudiciales y limitantes del corsé, y el movimiento de reforma de la vestimenta impulsado por feministas, quienes argumentaban que una mayor participación de las mujeres en la sociedad requería la emancipación de la corsetería. Organizaciones como la Rational Dress Society, la National Dress Reform Association y la Reform Dress Association jugaron un papel crucial en este cambio.
A pesar de las advertencias de algunos profesionales de la salud sobre los riesgos asociados con el uso del corsé, incluyendo problemas psicosomáticos, trastornos alimenticios, y dificultades respiratorias, estas preocupaciones fueron a menudo ignoradas o censuradas. La mala salud era paradójicamente vista como sinónimo de feminidad, y un comportamiento pálido y enfermizo era considerado normativo. Los corsés, en este contexto, eran vistos como proveedores de apoyo físico y moral.
Sin embargo, el creciente interés de las mujeres en actividades deportivas, como el ciclismo, llevó a un replanteamiento de la vestimenta femenina y a un llamado por «prendas de emancipación». Figuras como Elizabeth Stuart Phelps instaron a las mujeres a «quemar los corsés» ya en 1874, reflejando un cambio en la percepción de la ropa interior femenina y su relación con la emancipación y el empoderamiento.
Los fabricantes de corsés respondieron a estos cambios adornando sus productos y utilizando la publicidad para reforzar una imagen erótica y femenina, a pesar de que en la práctica, los corsés podían actuar como un impedimento para la sexualidad. Las muñecas y las imágenes en revistas para hombres reforzaban esta imagen de la forma femenina «ideal».
Los primeros sujetadores, aunque poco revolucionarios en el mercado inicialmente debido a su alto costo, fueron adoptados principalmente por reformadores adinerados y educados. Figuras estadounidenses como Amelia Bloomer y la Dra. Mary Edwards Walker también hicieron contribuciones significativas a este movimiento, promoviendo la idea de liberarse de las restricciones tanto en la creencia como en la vestimenta.
Este período de la historia de la moda femenina destaca la intersección entre la salud, la moralidad, la moda y el feminismo, y cómo estos factores convergieron para influir en la evolución del corsé hacia prendas más liberadoras y cómodas como el sujetador.
Orígenes y Evolución del Sujetador: Del Siglo XIX al Push-Up Moderno»
La historia del sujetador moderno y el push-up es un tema de debate entre los historiadores de la moda. A lo largo del siglo XIX, se otorgaron numerosas patentes para dispositivos similares a sujetadores. Curiosamente, el que se considera el primer sujetador push-up fue hallado en un almacén del Museo de la Ciencia en Londres, datando de principios del siglo XIX y diseñado para realzar el escote.
En Estados Unidos, después de la Segunda Guerra Mundial, Frederick Mellinger introdujo un diseño innovador llamado The Rising Star, que muchos consideran el primer sujetador push-up moderno.
En 1859, Henry S. Lesher de Brooklyn patentó un dispositivo que proporcionaba una forma simétrica a los senos, y en 1863, Luman L. Chapman de Nueva Jersey patentó un «sustituto de corsé», considerado un «proto-sujetador».
Olivia Flynt, en 1876, recibió patentes para el «Corset verdadero» o «Cintura Flynt», dirigido a mujeres con pechos más grandes. Estas prendas iniciales, promovidas por reformadores preocupados por los efectos del corsé, solo estaban disponibles por correo, pero luego se expandieron a tiendas y catálogos.
Herminie Cadolle de Francia, según la revista Life, inventó el primer sujetador moderno en 1889, presentándolo como una prenda de dos piezas en un catálogo de corsés. Este diseño cortaba el corsé tradicional en dos, con la parte superior sosteniendo los senos con correas en los hombros. En 1905, esta parte superior se comenzó a vender por separado como sujetador, introduciendo también el uso de elástico.
Marie Tucek, en 1893, recibió una patente en EE. UU. para un diseño que se asemejaba más al sujetador moderno, un precursor del sujetador con aro.
Inicialmente, los sujetadores competían con las prendas cosidas en casa y eran una alternativa al corsé, usados por mujeres con problemas médicos relacionados con los corsés. Con la moda del corsé de frente recto en el siglo XX, el sujetador se convirtió en una necesidad para las mujeres activas. Los primeros diseños eran corpiños envueltos o camisolas ajustadas, diseñados para sostener el busto contra el corsé.
La publicidad de la época, enfocada en la salud y la comodidad, mostraba sujetadores con soportes para hombros en un estilo mono-seno y con adaptabilidad limitada, apelando a quienes priorizaban la función pulmonar y la movilidad sobre la apariencia externa.
El Sujetador del Siglo XX y la Era Moderna en Estados Unidos»
El primer sostén moderno fue patentado por la alemana Christine Hardt en 1889. Sigmund Lindauer de Stuttgart-Bad Cannstatt, Alemania, desarrolló un sujetador para producción en masa en 1912 y lo patentó en 1913, siendo producido en masa por Mechanischen Trikotweberei Ludwig Maier und Cie en Böblingen, Alemania. La Primera Guerra Mundial, con su escasez de metales, fomentó el final del corsé, y tras la guerra, la mayoría de las mujeres en Europa y América del Norte adoptaron el uso de sujetadores.
En 1910, Mary Phelps Jacob (más tarde conocida como Caresse Crosby), una joven de la alta sociedad neoyorquina, creó un sostén improvisado con dos pañuelos de seda, una cinta rosa y un cordón, debido a la incomodidad de su corsé. Su innovación captó la atención y, tras recibir pedidos, se dio cuenta del potencial comercial de su invento.
El 3 de noviembre de 1914, la Oficina de Patentes de EE. UU. emitió la primera patente estadounidense para el «sujetador sin espalda» de Crosby, un dispositivo liviano y cómodo que separaba naturalmente los senos. A pesar de obtener algunos pedidos, Crosby finalmente vendió la patente a la Warners Brothers Corset Company por $1,500, y Warner ganó más de $15 millones de la patente en los siguientes 30 años.
Los sujetadores se hicieron más comunes durante la década de 1910, especialmente con la tendencia hacia corsés más ligeros y cortos. En 1917, durante la Primera Guerra Mundial, la Junta de Industrias de la Guerra de los Estados Unidos pidió a las mujeres dejar de comprar corsés para ahorrar metal para la producción de guerra, lo que ahorró unas 28,000 toneladas de metal.
La Primera Guerra Mundial jugó un papel crucial en la popularización del sostén, ya que muchas mujeres comenzaron a trabajar en fábricas y uniformes, cambiando los roles de género y las actitudes sociales. El sostén pasó de ser una prenda oculta en revistas femeninas a exhibirse en importantes almacenes como Sears, Roebuck y Montgomery Ward en 1918, reflejando un cambio en la moda y la demanda del mercado.
La Era de los Años 20: La Transición del Corsé al Sujetador»
Durante la década de 1910, el corsé se acortó, proporcionando menos apoyo al busto. Para 1920, el corsé comenzó en la cintura, cediendo la contención del busto completamente al sostén. Se puso de moda una línea de busto baja e inclinada. Los sostenes de finales de la década de 1910 y principios de la de 1920 adoptaron un estilo de bandeaus, sujetando el busto hacia adentro y hacia abajo, lo que culminó en la silueta «juvenil» de la era Flapper, caracterizada por una pequeña definición de busto. La figura andrógina en estilo minimizaba las curvas naturales a través de un sujetador de bandeau que aplanaba los senos.
En 1922, Ida Rosenthal, una inmigrante rusa y costurera en Nueva York, junto con su esposo William Rosenthal y Enid Bissett, propietaria de la tienda Enid Frocks, transformaron la moda femenina. Observaron que un sostén que se ajustaba a una mujer no necesariamente se ajustaba a otra con el mismo tamaño de sostén.
Invertiendo $4,500 en su negocio, desarrollaron sostenes para todas las edades, diseñados para realzar y apoyar los senos, mejorando así la apariencia de los vestidos. Fundaron Maiden Form, en contraste con «Boyishform Company», y en 1924, Maiden Form comenzó a acentuar y levantar el busto en lugar de aplanarlo. En 1927, William Rosenthal presentó patentes para el sostén de enfermería, de figura completa y el primer sostén con costuras.
Estos cambios en la moda coincidieron con los profesionales de la salud que comenzaron a enfocarse en el cuidado y la comodidad de los senos en relación con la maternidad y la lactancia, y realizaron campañas contra el aplanamiento de los senos. El énfasis cambió de minimizar a elevar y acentuar los senos. Las mujeres, especialmente las más jóvenes, acogieron el sujetador como una prenda moderna.
Aunque la manufactura se volvió más organizada, los sostenes y bandeaux hechos en casa seguían siendo populares, generalmente hechos de algodón blanco, pero eran poco más que corpiños con alguna separación.
La Evolución del Sujetador en los Años Treinta»
En la década de 1930, la palabra «brasier» se simplificó a «bra». Una encuesta de 1934 realizada por Harper’s Bazaar reveló que «bra» era el término más utilizado entre las mujeres universitarias. Durante esta década, el sujetador se volvió más sofisticado, y las versiones caseras comenzaron a desaparecer.
En octubre de 1932, SH Camp and Company introdujo un sistema para correlacionar el tamaño y la pendularidad de los senos con letras del alfabeto, de la A a la D. Esta innovación fue publicitada en la edición de febrero de 1933 de Corset and Underwear Review. Para 1937, Warner comenzó a ofrecer tamaños de copa en sus productos, seguido por otras compañías como Model y Fay-Miss hacia finales de los años treinta. Las bandas ajustables, con múltiples posiciones de ojo y gancho, también se introdujeron en esta década.
La adopción de sujetadores por parte de los consumidores fue impulsada por campañas de publicidad y marketing exitosas, con las vendedoras jugando un papel clave en ayudar a las clientas a encontrar la prenda adecuada. Este marketing estaba frecuentemente dirigido a mujeres jóvenes.
Los sujetadores se convirtieron en una industria importante en los años treinta, beneficiándose de mejoras en la tecnología de fibra, telas, colores, patrones y opciones. Innovaciones como el uso del elástico de Warner, la correa ajustable, el tamaño de la copa y los sujetadores acolchados para mujeres con pechos más pequeños marcaron esta era. La producción se expandió fuera de Nueva York y Chicago, y la publicidad comenzó a capitalizar el glamur de Hollywood.
Las tiendas departamentales desarrollaron áreas de adaptación, beneficiando a clientes, tiendas y fabricantes. Los fabricantes incluso organizaron cursos de capacitación para vendedoras. Las ventas internacionales se convirtieron en una parte importante del mercado para los fabricantes de sujetadores de EE. UU., y los precios accesibles hicieron que los sujetadores estuvieran disponibles para un mercado más amplio. Algunos de los fabricantes importantes de la década incluyen Triumph, Maidenform, Gossard, (Courtaulds), Spirella, Spencer, Twilfit y Symington.
La silueta culturalmente preferida entre las mujeres occidentales en los años treinta era un busto puntiagudo, lo que incrementó aún más la demanda de sujetadores.
Los Años 40 y la Segunda Guerra Mundial: Transformaciones en la Ropa Interior Femenina»
La Segunda Guerra Mundial tuvo un impacto significativo en la ropa, especialmente en los Estados Unidos, donde las mujeres militares se alistaron por primera vez y se les equipó con ropa interior uniforme. Willson Goggles, una firma de Pensilvania, introdujo el «SAF-T-BRA» de plástico, diseñado para proteger a las mujeres en la fábrica. La publicidad de estos productos apelaba tanto al patriotismo como a la idea de que los sostenes y las fajas ofrecían «protección». Surgieron códigos de vestimenta en el lugar de trabajo, como el de Lockheed, que requería que las trabajadoras usaran sostenes por razones de «buen gusto, soporte anatómico y moral».
La terminología militar se infiltró en el marketing de productos de ropa interior, como el sujetador Torpedo o Bullet, altamente estructurado y puntiagudo, diseñado para la «máxima proyección». Este estilo fue popularizado por la «Sweater Girl», una figura tetona y saludable que representaba a la «vecina de al lado», cuyos ajustados arreglos exteriores acentuaban sus curvas mejoradas artificialmente. Durante esta época, se comenzaron a utilizar alambres internos en la construcción de sujetadores.
Actrices como Jane Russell se convirtieron en iconos de la moda con los nuevos sostenes que enfatizaban el diseño de «elevación y separación». Para la película «The Outlaw», Howard Hughes diseñó un sujetador Cantilever para Russell, basado en principios de construcción de puentes, que se convirtió en un modelo para futuros diseños de sujetadores.
La guerra presentó desafíos únicos para la industria de la ropa interior. Con muchas más mujeres trabajando fuera del hogar y en la industria, las ocupaciones femeninas cambiaron dramáticamente. La escasez de materiales limitó las opciones de diseño, y la publicidad y el consumismo se vieron restringidos, aunque comenzaron a dirigirse a minorías y adolescentes. Muchos fabricantes sobrevivieron produciendo tanto carpas y paracaídas como sujetadores. La industria estadounidense, ahora libre de influencias europeas, especialmente francesas, se volvió más distintiva.
Durante la guerra, hubo preocupación por el uso de acero, necesario para la guerra, en corsés. El gobierno británico realizó una encuesta en 1941 sobre el uso de ropa interior por parte de las mujeres, revelando que «en promedio, las mujeres poseían 1.2 sostenes». Esta estadística variaba según la ocupación, con las amas de casa promediando 0.8 y las trabajadoras agrícolas 1.9 sostenes.
La Década de 1950: Innovación y Glamur en los Sujetadores»
Tras la Segunda Guerra Mundial, se produjo un aumento en la disponibilidad de materiales, la producción y la comercialización, lo que llevó a una mayor demanda de bienes de consumo, incluidos los sostenes. El baby boom generó una demanda específica de sostenes de maternidad y lactancia. Además, la televisión emergió como una nueva y poderosa herramienta de promoción.
Los fabricantes respondieron a estas demandas con innovaciones en telas, colores, patrones, estilos, acolchado y elasticidad. La moda y el glamur de Hollywood tuvieron una influencia significativa en la elección de la moda femenina, incluyendo los sostenes. El sujetador de bala, con su distintiva forma de cono y espiral, se popularizó gracias a actrices como Patti Page, Marilyn Monroe y Lana Turner, conocida como «Sweater Girl». Estos sostenes de bala permitían a las mujeres aumentar visualmente el tamaño de su busto.
Durante los años cincuenta, también se comercializaron por primera vez brasieres para preadolescentes y niñas en pubertad. Antes de la introducción de los sostenes de entrenamiento, las jóvenes en los países occidentales generalmente usaban una «cintura» de una pieza o una camisola sin copas o dardos, marcando un cambio significativo en la forma en que las jóvenes comenzaban a usar ropa interior durante su desarrollo.
Los Años 60: Feminismo y Evolución en la Moda del Sujetador»
La década de 1960 marcó un creciente interés en la calidad y la moda en la industria del sujetador. Se observó un aumento en la respetabilidad de los sujetadores de maternidad y mastectomía, y la creciente utilización de lavadoras impulsó la necesidad de productos más duraderos. Aunque las fajas cedieron paso a las medias, el sujetador continuó su evolución. Campañas de marketing como «Snoozable» y «Sweet Dreams» promovieron la idea de usar un sostén las 24 horas del día.
En 1968, durante la protesta feminista de Miss América, los manifestantes lanzaron simbólicamente una serie de productos femeninos en un «cubo de basura», incluidos sujetadores, que fueron etiquetados como «instrumentos de tortura femenina». A pesar de los informes erróneos de que se quemaron sostenes, lo que realmente ocurrió fue una protesta simbólica contra los estándares de feminidad impuestos. La reportera Lindsy Van Gelder trazó un paralelo entre las manifestantes feministas y los manifestantes de la Guerra de Vietnam que quemaban sus cartas de reclutamiento, lo que llevó a la creación del término «quema de sostenes» en la cultura popular.
Aunque las feministas no quemaron literalmente sus sostenes, algunas dejaron de usarlos como señal de protesta. Bonnie J. Dow sugirió que la asociación entre el feminismo y la «quema de sostenes» fue promovida por aquellos que se oponían al movimiento feminista, creando una imagen de que las mujeres estaban intentando imponerse como seres sexuales más que liberarse del sexismo. Este estereotipo ha sido utilizado por los opositores al feminismo para trivializar y desacreditar el movimiento.
La década de 1960 fue un período crucial en la historia del sujetador y el feminismo, donde la moda del sujetador se entrelazó con los movimientos sociales y culturales, reflejando los cambios en las actitudes hacia la feminidad y la liberación de la mujer.
Innovaciones en Trajes de Baño y Diseños de Sujetadores en los Años 60″
El 4 de junio de 1962, el monokini topless de una sola pieza diseñado por Rudy Gernreich captó la atención de los medios de comunicación a nivel mundial. Este diseño fue destacado por su capacidad para liberar el cuerpo, eliminando la estructura y el cableado que caracterizaba a los trajes de baño estadounidenses de la época, comparados con llevar corsés.
Gernreich continuó innovando en octubre de 1964 con el lanzamiento del «No Bra», un sujetador suave, liviano y sin costuras, hecho de nailon transparente y tricot elástico, disponible en tallas 32 a 36 y copas A y B. Este diseño, fabricado por Exquisite Form, marcó un cambio revolucionario respecto a los pesados sostenes en forma de torpedo de la década de 1950, iniciando una tendencia hacia formas más naturales y telas suaves y transparentes. Gernreich también introdujo un diseño «todo en uno» con un frente profundo y una versión de línea larga «sin espalda», que incluía una cintura elástica contorneada, permitiendo a las mujeres llevar vestidos sin espalda.
En 1964, Louise Poirier creó el Wonderbra para Canadelle, una compañía de lencería canadiense. Este sujetador, con 54 elementos de diseño, eleva y sostiene el busto mientras crea un efecto de inmersión profunda y de impulso. En su primer año, las ventas del Wonderbra se aproximaron a los $120 millones de dólares. La marca Wonderbra fue reposicionada como una opción romántica, de moda y sexy, marcando un hito en la historia de la lencería.
Los Años 70: Cambios en la Percepción y Producción del Sujetador
En la década de 1970, el libro de Germaine Greer, «The Female Eunuch» (1970), se convirtió en un símbolo del movimiento anti-sostén. Greer criticó la naturaleza restrictiva e incómoda de los sostenes, calificándolos de «invento absurdo» y argumentando que su uso era simplemente una forma de sometimiento a otra represión.
Durante los años setenta, al igual que otros sectores de la industria de la confección, los fabricantes de sujetadores trasladaron su producción al extranjero. Esta década reflejó la evolución constante de la idea de cómo debería ser la mujer «ideal» en términos de forma corporal, variando desde plana, redonda, puntiaguda, cónica, hasta «natural». El sujetador contemporáneo no solo reflejaba los avances en la fabricación y la disponibilidad de diversos tipos y colores de telas, sino que también se transformó de un artículo puramente utilitario a uno de moda. Esta transformación ayudó a contrarrestar las actitudes negativas que algunas mujeres tenían hacia los sostenes.
Los diseñadores de la época incorporaron numerosos dispositivos para producir diferentes formas y escotes, y para ofrecer sostenes que las mujeres pudieran usar con vestidos de espalda abierta, vestidos con hombros descubiertos, escotes pronunciados y similares. Estos cambios reflejaron una mayor diversidad en las opciones de moda y una mayor libertad para las mujeres en la elección de su ropa interior, alineándose con los cambios sociales y culturales de la época.
Los Años 80: La Moda y el Sujetador como Símbolos de Poder y Feminidad
Durante la década de 1980, la moda jugó un papel crucial en la apariencia y percepción de los sostenes. Los programas de televisión occidentales de la época a menudo presentaban a mujeres elegantes, poderosas y bien formadas, que lucían tops de corte bajo para mostrar un pecho realzado por sostenes igualmente sofisticados y de alta clase.
Esta década también vio el auge de los trajes Teddy, elegantes y refinados, lo que incrementó la demanda de sujetadores más grandes y resistentes, en parte debido al aumento en las ventas de implantes de silicona. Las modelos y celebridades comenzaron a lucir sostenes extravagantes y de moda en eventos de alfombra roja, estableciendo una nueva norma en la presentación pública y la moda.
En contraste con esta tendencia de glamour y exhibición, la feminista Susan Brownmiller expresó en su libro «Femininity» (1984) una perspectiva crítica sobre la percepción de los sostenes. Brownmiller argumentó que las mujeres sin sostenes sorprenden y enojan a los hombres porque, según ella, los hombres «implícitamente piensan que ellos son los dueños de los senos y que solo ellos deberían quitarles los sostenes». Esta declaración refleja la tensión continua entre la moda, la percepción del cuerpo femenino y la autonomía de la mujer sobre su propia imagen y presentación.
Los años ochenta representaron un período de evolución significativa en la moda del sujetador, marcado por un enfoque en la sofisticación, el poder y la feminidad, así como por un diálogo continuo sobre la autonomía y la representación del cuerpo femenino en la sociedad.
Los Años 90: Moda y Funcionalidad en la Evolución del Sujetador
En la década de 1990, la industria del sujetador experimentó un cambio significativo en su enfoque de marketing y publicidad. Los fabricantes, que tradicionalmente se habían centrado en la funcionalidad, el soporte y la comodidad, comenzaron a enfatizar más la moda y la imagen. Desde aproximadamente 1994, la publicidad de sujetadores se orientó hacia la venta de lencería que destacaba la moda, a menudo sacrificando el ajuste y la función básicos, como los forros debajo del encaje.
Paralelamente, la creciente popularidad del jogging y otras formas de ejercicio resaltó la necesidad de una prenda deportiva específica para los senos de las mujeres. En 1977, Lisa Lindahl, Polly Smith y Hinda Mille inventaron el primer sostén deportivo en la tienda de disfraces del Teatro Royall Tyler en la Universidad de Vermont. Este invento fue un hito importante en la ropa deportiva femenina, proporcionando soporte y comodidad durante el ejercicio físico.
Uno de los Jogbras originales se exhibe en la tienda de vestuario del teatro de la Universidad de Vermont, mientras que otros están alojados en instituciones prestigiosas como el Smithsonian y el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York, destacando su importancia en la historia de la indumentaria femenina.
Los años noventa marcaron un período de transición en la industria del sujetador, donde la moda y la funcionalidad se entrelazaron de nuevas maneras, reflejando los cambios en las actitudes y necesidades de las mujeres en la sociedad moderna.
Los Años 2000: Desafíos y Cambios en el Diseño del Sujetador»
En la década de 2000, la industria del sujetador enfrentó dos desafíos de diseño aparentemente paradójicos. Por un lado, había una demanda creciente de sujetadores mínimos, como el sujetador de estante, que permitían escotes profundos y reducían la interferencia con las líneas de las prendas exteriores. Por otro lado, se observó un aumento en la masa corporal y el tamaño del busto, lo que llevó a una mayor demanda de tamaños más grandes. De hecho, en el Reino Unido, el tamaño más común comprado cambió de 34B a 36C en un período de 10 años, y en 2001, el 27% de las ventas en el Reino Unido fueron de tallas D o mayores.
Durante los años 2000, se produjeron dos cambios significativos en el diseño del sujetador. La copa del sujetador sin costura moldeada de una pieza se volvió omnipresente, moldeada por calor alrededor de formas redondas de fibras sintéticas o espuma que mantienen su forma. Esta construcción puede incluir sujetadores acolchados, sujetadores de contorno y los llamados sostenes de camiseta. Además, la popularidad de diseños impresos, como estampados florales o diversos estampados, se hizo común.
Los sujetadores son una industria multimillonaria, con $15 mil millones en ventas en EE. UU. en 2001 y mil millones de libras en el Reino Unido. Grandes corporaciones como HanesBrands Inc. controlan la mayoría de la fabricación, con marcas como Gossard, Berlei y Courtaulds dominando un porcentaje significativo del mercado del Reino Unido. Victoria’s Secret es una notable excepción en el mercado.
Desde una perspectiva feminista, Iris Marion Young argumentó en 2005 que el sujetador actúa como una barrera para tocar y que una mujer sin sujetador es «desobjetificada», reflejando el cuerpo natural en movimiento en lugar de una forma consistente y objetivada. Young también señaló que los sostenes de entrenamiento pueden adoctrinar a las niñas para que vean sus senos como objetos sexuales. En 2007, Young y la académica Wendy Burns-Ardolino discutieron sobre cómo la cultura estadounidense y la «mirada masculina» influyen en la decisión de las mujeres de usar sujetadores.
Los años 2000 marcaron un período de innovación y reflexión en la industria del sujetador, donde los avances en diseño se encontraron con un análisis cultural y feminista más profundo sobre el significado y el impacto de esta prenda en la sociedad.
Producción Moderna de Sujetadores: Evolución y Mitos»
La producción de sujetadores, al igual que otras prendas de vestir, comenzó con pequeñas empresas de producción que suministraban a varios minoristas. El término «copa» para describir los sostenes no se utilizó hasta 1916, y los fabricantes inicialmente se basaron en copas extensibles para adaptarse a pechos de diferentes tamaños. Las mujeres con senos más grandes o colgantes tenían opciones como sujetadores de línea larga, respaldos construidos, inserciones en forma de cuña entre las copas, correas más anchas, Lastex de potencia, bandas firmes debajo de la copa e incluso estructuras ligeras para proporcionar soporte adicional.
En octubre de 1932, SH Camp and Company introdujo un sistema para correlacionar el tamaño y la pendularidad de los senos de una mujer con las letras del alfabeto: A, B, C y D. Esta innovación fue publicitada en la edición de febrero de 1933 de «Corset and Underwear Review». En 1937, Warner comenzó a ofrecer tamaños de copas en sus productos, y las bandas ajustables con múltiples posiciones de ojo y gancho se introdujeron en la década de 1930.
Un mito popular en torno a la invención del sujetador es la leyenda urbana de Otto Titzling («honda de tetas») y Phillip de Bra («llenar el sujetador»). Este mito fue originado por el libro «Bust-Up: The Uplifting Tale of Otto Titzling and the Development of the Bra» de 1971 y se popularizó aún más en una canción cómica de la película «Beaches». Sin embargo, esta historia es puramente ficticia y no tiene base en la realidad histórica de la invención y el desarrollo del sujetador.
La producción moderna de sujetadores ha evolucionado significativamente desde sus inicios, con avances en diseño, materiales y marketing, reflejando los cambios en las necesidades, preferencias y estilos de vida de las mujeres a lo largo del tiempo.
El Futuro de los Sujetadores: Entre la Libertad y la Funcionalidad»
El futuro de los sujetadores es un tema de debate y especulación en la moda y la sociedad. En 1964, el historiador de moda danés Rudolf Kristian Albert Broby-Johansen consideró el topless, que libera los senos de los sostenes, como una forma seria de expresión para una nueva generación de mujeres. En 1969, predijo la desaparición inminente de los sostenes en su artículo «Obituario para el sostén».
A pesar de estas predicciones, los sujetadores siguen siendo ampliamente utilizados en la sociedad occidental, con la mayoría de las encuestas indicando que entre el 75% y el 95% de las mujeres occidentales los usan. En Australia, alrededor del 90% de las mujeres usaban sujetadores a partir de 2006. La variedad de estilos y modelos es ahora más amplia que nunca, incluyendo sujetadores de cobertura total, sujetadores de balconette y sostenes deportivos, algunos de los cuales se usan como ropa de abrigo.
Sin embargo, la función y la necesidad de los sujetadores están siendo cada vez más cuestionadas por mujeres, profesionales de la salud, feministas y escritores de moda. Se plantea la posibilidad de que el sujetador pueda seguir el camino de las pantimedias y las medias, convirtiéndose en una opción más que en una necesidad.
Es cada vez más común ver a modelos y celebridades que no usan sujetadores en público, y muchas prendas, como vestidos de verano, camisetas sin mangas y ropa formal de noche, están diseñadas para usarse sin sostén. Los escritores de moda sugieren alternativas a los sujetadores o formas de vestir sin ellos, enfatizando que usar un sostén es una elección personal.
Dada la incomodidad que muchas mujeres experimentan con sujetadores mal ajustados, un número creciente de ellas opta por cambiarse a camisetas, jogbras o no usar nada en absoluto una vez en casa. La insatisfacción con los sujetadores tradicionales ha llevado a iniciativas como la escultura Braball, una colección de 18,085 sostenes donados. La organizadora, Emily Duffy, optó por camisetas elásticas con sujetadores incorporados debido a la incomodidad de los sujetadores estándar.
El futuro del sujetador parece estar en un punto de inflexión, donde la comodidad, la elección personal y la expresión de la moda se están convirtiendo en consideraciones tan importantes como la funcionalidad y el soporte.
El Sujetador en la Era de la Moda Sostenible
La moda sostenible se ha convertido en un tema crucial en la industria textil, y el sujetador no es una excepción. A medida que aumenta la conciencia sobre el impacto ambiental y social de la moda, los sujetadores sostenibles están ganando terreno como una alternativa ética y ecológica.
Materiales Sostenibles: Los fabricantes de sujetadores están explorando materiales más sostenibles como algodón orgánico, bambú, lyocell (derivado de la pulpa de madera) y tejidos reciclados. Estos materiales tienen una huella de carbono más baja y suelen ser más amigables con el medio ambiente en términos de producción y degradabilidad.
Procesos de Producción Éticos: La moda sostenible no solo se trata de materiales, sino también de prácticas de producción éticas. Esto incluye garantizar condiciones de trabajo justas, salarios dignos para los trabajadores y procesos de fabricación que minimizan el desperdicio y el consumo de agua.
Durabilidad y Calidad: La sostenibilidad también implica crear sujetadores que sean duraderos y de alta calidad, reduciendo la necesidad de reemplazo frecuente y, por lo tanto, disminuyendo el desperdicio.
Transparencia en la Cadena de Suministro: Las marcas de sujetadores sostenibles a menudo se esfuerzan por ser transparentes en sus cadenas de suministro, permitiendo a los consumidores rastrear el origen de los productos y entender el impacto ambiental y social de sus compras.
Innovación en Diseño: Los diseñadores están innovando con estilos y ajustes que no solo son cómodos y funcionales, sino también fabricados con prácticas sostenibles. Esto incluye sujetadores sin aros, diseños minimalistas y sujetadores ajustables que se adaptan a los cambios en el cuerpo, aumentando su vida útil.
Reciclaje y Upcycling: Algunas marcas están explorando opciones para reciclar sujetadores viejos o usar materiales reciclados en la fabricación de nuevos sujetadores, reduciendo así la cantidad de desechos que terminan en vertederos.
Conciencia del Consumidor: La demanda de moda sostenible está en parte impulsada por una mayor conciencia del consumidor. Las personas están buscando activamente marcas que alineen sus prácticas con valores ambientales y éticos.
En resumen, el sujetador en la era de la moda sostenible representa un cambio hacia prácticas más responsables y conscientes. Esta tendencia no solo beneficia al medio ambiente y a las comunidades de trabajadores, sino que también ofrece a los consumidores opciones más saludables y éticas en su ropa interior.
Conclusión: La Historia del Sujetador – De la Funcionalidad a la Moda Sostenible
La historia del sujetador es un fascinante viaje a través del tiempo, reflejando no solo los cambios en la moda y la tecnología, sino también las transformaciones sociales y culturales. Desde sus humildes inicios como prendas funcionales en antiguas civilizaciones hasta convertirse en símbolos de moda, libertad y expresión personal en la sociedad moderna, el sujetador ha desempeñado un papel crucial en la historia de la indumentaria femenina.
A lo largo de los siglos, el diseño del sujetador ha evolucionado para satisfacer las necesidades cambiantes de las mujeres, adaptándose a las tendencias de la moda, los avances tecnológicos y las consideraciones de salud y comodidad. En el siglo XX, el sujetador se convirtió en un campo de batalla simbólico para los movimientos feministas, desafiando las normas de género y promoviendo la autonomía de la mujer sobre su cuerpo.
Entrando en el siglo XXI, el enfoque se ha desplazado hacia la sostenibilidad y la ética en la moda. La industria del sujetador no es una excepción, con un creciente énfasis en materiales ecológicos, procesos de producción éticos y durabilidad. Este cambio refleja una conciencia más profunda de los impactos ambientales y sociales de la moda, así como un compromiso con la salud y el bienestar de las consumidoras.
En resumen, la historia del sujetador es un espejo de la evolución de la sociedad en su conjunto. Ha pasado de ser una prenda puramente funcional a un artículo de moda y declaración personal, y ahora, a un símbolo de responsabilidad ambiental y social. El futuro del sujetador, en la era de la moda sostenible, promete continuar esta trayectoria de innovación y adaptación, reflejando las necesidades y valores cambiantes de las mujeres en todo el mundo.